martes, 3 de abril de 2012

Los ratones viajaron en barcos vikingos


Según un nuevo estudio, los vikingos que conquistaron nuevas tierras trajeron consigo, sin saberlo, otro tipo de invasor: ratones.

Los científicos que estudian la evolución del ratón común, o doméstico, ya conocían el patrón de ADN que solamente se encuentra en ratones de Noruega (la tierra de los vikingos) y el norte de Gran Bretaña, zona colonizada por los vikingos, como afirma la directora del estudio Eleanor Jones, bióloga de la Universidad de Uppsala, en Suecia.

El hallazgo sugiere que las dos poblaciones, a pesar de estar separadas por el mar, estaban conectadas, y que posiblemente los vikingos llevaron los ratones a la región del norte de Gran Bretaña.

El equipo hizo pruebas en restos de ratones antiguos y modernos recogidos en varios puntos de colonias vikingas y encontraron en ellos el mismo patrón, dando fuerza a la idea de que los ratones fueron transportados por los vikingos colonizadores.

Íntimamente conectados

Entre los siglos VIII y X después de Cristo, los vikingos se asentaron en varias regiones, incluyendo Escocia, Irlanda, Islandia, las Islas Faroe, Terranova y Groenlandia.

Según Jones, posiblemente los ratones viajaron como polizones en las sacas de grano y heno que transportaban los grandes barcos que utilizaban los vikingos para conquistar nuevas regiones.

Por lo general, como su propio nombre indica, los ratones domésticos prefieren la compañía de los humanos y han evolucionado para convivir con ellos. Los primeros datos de ratones comunes que vivieron entre humanos corresponden al periodo comprendido entre 8.000 y 6.000 a.C. en el Creciente Fértil.

Gracias a esta nueva investigación, «podemos seguir su historia genética, que está muy conectado a la nuestra», afirma Jones.

De ratones y hombres

Para su estudio, Jones y sus colegas tomaron en primer lugar muestras de ADN de ratones comunes salvajes en nueve puntos de Islandia, uno de Groenlandia y cuatro cerca del asentamiento vikingo de L'Anse aux Meadows, en Terranova. El equipo comparó este ADN con antiguas muestras de huesos de ratones encontrados en cuatro puntos arqueológicos de Islandia y algunos de Groenlandia.

Después, los investigadores se centraron en un pequeño fragmento de ADN mitocondrial que pasa de madres a hijos.

Al comparar ese fragmento con el ADN mitocondrial de los ratones de todos esos puntos, los científicos pudieron descubrir qué ratones estaban relacionados y cuáles no.

A partir de esos datos el equipo elaboró un árbol genealógico que muestra cómo los ratones domésticos se extendieron por Europa hace miles de años. «La evolución coincide con la línea de expansión de los vikingos», afirma Jones.

Estos ratones «llevan la firma genética de la historia humana», añade.

Se desconoce si los vikingos eran conscientes del equipaje que transportaban, aunque sí parece que llevaban gatos en los barcos, como señala Jones, cuyo estudio fue publicado el 19 de marzo en la revista BMC Evolutionary Biology.

«En Islandia y Groenlandia no hubo otras plagas de animales pequeños, debieron llevarse gatos para hacer frente a la plaga de ratones», señala.

«Una vez en tierra no debieron tener problema para establecerse en las nuevas comunidades vikingas».

Un estudio convincente

El nuevo estudio ofrece «una convincente aplicación del análisis de antiguo ADN de los ratones para descubrir cómo se asentaron en nuevos territorios», señala Fabienne Pigière, del Real Instituto Belga de Ciencias Naturales de Bruselas.

«Abre nuevas perspectivas de investigación para el estudio de los asentamientos humanos a lo largo de la historia».

Por ejemplo, añade, el equipo no encontró pruebas de ratones domésticos en Terranova durante el periodo vikingo, lo que sugiere que quizá solamente vivieron en la zona durante un corto periodo de tiempo.

Elizabeth Reitz, experta en zooarqueología de la Universidad de Georgia, en Atenas, señala que animales pequeños como los ratones a menudo forman parte de los descubrimientos arqueológicos, pero «muchos los ignoran y se centran en animales más grandes».

«Sin embargo, los animales pequeños pueden decirnos mucho sobre el ser humano», afirma Reitz a través de correo electrónico. «Como demuestra este estudio, pueden darnos pistas sobre el proceso de colonización y el comercio humanos».

Según Jones, el estudio también nos recuerda cómo el ser humano puede modificar nuevos ambientes.

«Cuando nos movemos llevamos con nosotros animales de forma involuntaria. Al llegar a un sitio determinado creamos un nuevo tipo de hábitat».  


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